El Retinol es uno de los activos más interesantes en cuanto a la reparación de la piel. Dentro de los beneficios podemos destacar su gran poder estimulante en la producción del colágeno y el ácido hialurónico, combatiendo las arrugas, reduciendo el tamaño de los poros y mejorando significativamente las manchas. Como antiedad es un gran regenerador; para pieles que han tenido acné es un gran reparador tisular y para las arruguitas es un refinador de la piel. Para rostros fotoenvejecidos el retinol es el candidato ideal.
La vitamina A presenta tres formas de oxidación:
- El Retinol (forma alcohólica).
- Retinal (formaaldehídica).
- Retinoico (ácido).
Este último es el más activo biológicamente pero a su vez es el que presenta una elevada toxicidad cutánea por lo que la piel atiene tendencia a transformarlo y almacenarlo en las membranas de las células en forma de retinol, con mejor compatibilidad, estabilidad y resistencia para la piel.
El uso de los retinoides en cosmética se remonta a finales de los años 80. Originalmente se aplicó en medicina estética para tratar problemas derivados del acné, descubriendo que tenía un efecto antiedad regenerante muy interesante, por lo que su propósito principal de aplicación se amplió. Si alguna acción debemos destacar de los retinoides es que son grandes reparadores y estimuladores del matriz extracelular. Al ser un excelente reparador, posiblemente su acción se verá potenciada en los meses de menos frío y menos calor, recuperando las pieles de las agresiones causadas en verano y la falta de vitalidad de los meses más fríos.
La combinación de retinol con otros tratamientos hace que la sinergia de activos sea perfecta.
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